A pesar de que no somos los mejores amigos, puedo afirmar que somos buenos amantes. Yo sé que tiene pareja, pero la química que descubrimos que tenemos desde aquella noche de copas, nos ha limpiado la conciencia de toda culpa.
Simplemente estamos juntos porque nos entendemos, no ha nacido en todo este tiempo ninguna otra razón.
Me fascina esa pasión que desborda, la manera en que se acerca a mí, cómo me seduce lento, pero salvaje, complaciente. Bien ha aprendido a hacerlo como me gusta.
Yo le hago también lo que sé que le gustará. Me da placer ver su cara de satisfacción cada vez que hago que llegue al máximo de sus emociones y sensaciones.
Al salir de aquél cuarto, nos despedimos como siempre; un beso en la mejilla, un abrazo y un hasta luego. Entonces me voy a casa a descansar, por fin, de un alborotado y fatigante día.
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