viernes, 25 de octubre de 2013

Violinista

Hugo está tocando el violín, como cada viernes por la noche. Tiene una manera tan sutil de interpretar; es de esos pocos músicos que saben invadirte el cuerpo con melodías y emociones al mismo tiempo.
No me he conformado y ahora lo espío después de clases, cuando viene a este camerino en la solitaria área de teatros a practicar. La verdad al principio me sentí muy tonta y mal por estar de acosadora, pero la sensación que me produce escucharlo hizo que se me olvidara lo demás.

Siempre me voy cuando observo desde mi escondite que Hugo comienza a guardar sus partituras. Llego a casa, llego a mi cama y me pongo a imaginar miles de cosas que podrían pasar...
Él, practicando como cada viernes; yo he llegado, le dibujo una gran sonrisa y hago que su interpretación cobre más sentido. Toca sólo para mí, puedo sentirlo, es como si con cada nota me reafirmara que me quiere, que me desea y es entonces cuando yo puedo expresarle todas las cosas que me había guardado durante todo ese tiempo en que lo espiaba en sus ensayos nocturnos. En ese momento yo me uno cantando a su melodía, hacemos una combinación perfecta, no sólo en lo musical, sino también en el amor. 

Pero como dije, podría pasar. Y pasará; el día en que él se de cuenta de que yo estoy dispuesta a ser su musa. 

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