martes, 29 de octubre de 2013

Tarde con novio

Nada mejor que pasar la tarde viendo películas en casa de tu novio. No es que me guste invadir su espacio, simplemente me gusta poder pasar tiempo de calidad con él. Además esta tarde estábamos solos.
Fue extraño; yo estaba muy nerviosa, ya que en todos estos meses que llevamos de noviazgo nunca lo hemos hecho aunque se han presentado oportunidades. No sé ciertamente la verdadera razón, más no era momento para pensar, sino para actuar.
Sus besos subían de tono y yo dejé que continuara; me gustó que mientras me besaba el cuello sus manos masajeaban suavemente por encima de la ropa mis senos, que se enloquecían porque hubiera un contacto más profundo. Yo buscaba su fuerte espalda, quería aferrarme para que no hubiera vuelta atrás; me pasó su húmeda lengua por el cuello y sentí como si un choque eléctrico recorriera mi cuerpo de la cabeza a los pies, activando y aumentando mis sentidos, como para que no me perdiera de ningún detalle postrero.
Encontró la manera de desabrochar cada uno de los botones de mi blusa e introducir sus suaves y ágiles manos para acariciar sin censura todo mi torso desnudo.
Y yo proseguí a hacer lo mismo, "ojo por ojo", le quité la camisa cuidadosamente, extasiada porque al fin pude tocar aquella piel tan indescriptible, placentera para mí.
Poco a poco, como si estuviéramos en una apuesta de prendas, nos deshicimos de todo en un tiempo que me pareció veloz, aunque en realidad todo lo estábamos haciendo con toda la calma del mundo.
Desnudos, en cuerpo y alma, decidimos unirnos.
Me abrazó, me dio un tierno beso y me miró diciéndome con la mirada muchas cosas que se quedarán sólo para mí.
Lo tenía demasiado cerca, podía sentir su excitación, de hecho se me contagió. Por todo lo anterior me olvidé del pánico y decidí ser yo quien tomara la iniciativa. Así que lo tomé de los hombros, lo recosté en el sofá, me le monté encima; le regresé el beso tierno y sonrió. La tarde era toda nuestra.

domingo, 27 de octubre de 2013

Sueño de una pervertida 02

Estoy en una sala que no conozco. Los sillones son de terciopelo rojo, la decoración parece muy conservadora y hay un piano en el centro de la habitación.

Me doy cuenta que no estoy sola; hay alguien tocando ese piano. Entonces, me acerco a observar quién es; encuentro a un muchacho de tez clara y cabellos negros, muy entretenido en lo que está haciendo que hasta parece ignorarme, pero en cuanto decido irme escucho a mis espaldas una voz que me dice "Por favor, quédate". 
Sin responder me quedo, giro de nuevo para ver al pianista que ahora me está prestando atención, ha finalizado su pieza. Él viene hacia mí, no entiendo qué hará, siento que me toma de la mano y me lleva a un destino que es igual de desconocido que todo lo que me rodea en aquel sitio.
Vamos a otra habitación, igual de aterciopelada que la anterior. Comienza a besarme el cuello mientras observamos un paisaje hermoso por la ventana y una suave melodía inunda el instante, yo sólo puedo sentir y quiero dejarme llevar por la corriente. 

Hasta ese momento puedo notar que llevo puesto un vestido negro que tiene cierto toque de elegancia; al parecer el músico seductor ya ha notado que debe deshacerse de él, así que lentamente lo va desabrochando, al ritmo de la melodía de fondo y como si tuviéramos todo el tiempo del mundo a nuestra disposición.
Nos recostamos en la mullida cama, completamente desnudos, acariciando cada parte de nosotros. Me mira fijamente a los ojos; sin decir una sola palabra se acerca otro poco para introducirse en mí, siempre sin perder el compás, siendo gentil y salvaje al mismo tiempo, como si supiera todo lo que me apetece.

La música, que comenzó suave, ahora ha subido de velocidad, acorde con mi sentir. Mi pensar se ha revuelto, ya no estoy razonando, simplemente siento y dejo sentir a mi compañero. Puedo escuchar los latidos de su corazón, también los míos, su piel contra la mía, mientras estoy toda mojada y la música se hace más y más fuerte, la velocidad con que me hace suya es la idónea, de hecho todo aq
uello lo es.
"Más". La única palabra que, recuerdo, salió de mi boca. Resultó que mis deseos fueron órdenes. 

Más y más, por favor, no quiero que termines nunca bella melodía. Pero el director de aquella interpretación decidió que era momento del gran final y es igual de grande el final de aquel encuentro entre nosotros.

viernes, 25 de octubre de 2013

Violinista

Hugo está tocando el violín, como cada viernes por la noche. Tiene una manera tan sutil de interpretar; es de esos pocos músicos que saben invadirte el cuerpo con melodías y emociones al mismo tiempo.
No me he conformado y ahora lo espío después de clases, cuando viene a este camerino en la solitaria área de teatros a practicar. La verdad al principio me sentí muy tonta y mal por estar de acosadora, pero la sensación que me produce escucharlo hizo que se me olvidara lo demás.

Siempre me voy cuando observo desde mi escondite que Hugo comienza a guardar sus partituras. Llego a casa, llego a mi cama y me pongo a imaginar miles de cosas que podrían pasar...
Él, practicando como cada viernes; yo he llegado, le dibujo una gran sonrisa y hago que su interpretación cobre más sentido. Toca sólo para mí, puedo sentirlo, es como si con cada nota me reafirmara que me quiere, que me desea y es entonces cuando yo puedo expresarle todas las cosas que me había guardado durante todo ese tiempo en que lo espiaba en sus ensayos nocturnos. En ese momento yo me uno cantando a su melodía, hacemos una combinación perfecta, no sólo en lo musical, sino también en el amor. 

Pero como dije, podría pasar. Y pasará; el día en que él se de cuenta de que yo estoy dispuesta a ser su musa. 

lunes, 21 de octubre de 2013

Sábado por la noche...

El sábado asistí a una fiesta con mis amigos. Normalmente me quedaría en casa viendo viejas series porque no me gusta mucho la idea de tener que cuidar ebrios después de las 2:00 a.m., pero tenía un presentimiento de que aquella noche podría ocurrir algo distinto.
Afortunadamente tenía razón.  
Casi nunca bailo, pero aquella ocasión decidí salir a bailar con un amigo y fue justo en la pista de baile donde quedé impactada con la singular belleza de aquella chica que se encontraba danzando solitaria, pero muy amena.

En primera impresión era la mujer más perfecta que había visto en toda mi vida: contagiaba su alegría, le gustaba divertirse aunque fuera sola y no sólo eso,  además tenía un lindo cabello, unos lindos senos y unas caderas muy atrayentes, hasta para una chica como yo, que es raro que me deje babeando un físico.

Pero luego aterricé, porque al empezar la siguiente canción otro de mis amigos me jaló a su lado para que ahora bailara con él. Confieso que ni tiempo tuve de reclamarle porque todavía estaba pensando en que sería poco probable que aquella chica y yo tuviéramos un contacto, o un cruce de miradas al menos.

La cosa seguía y el ambiente se iba haciendo más pesado porque a mayoría de los asistentes a la fiesta ya estaban entrados en tragos. Aburrida decidí ir al tocador de mujeres, al menos para tener algo que hacer que no fuera quedarme contemplando al DJ haciendo sus mezclas.

Cuál no sería mi grata sorpresa que al entrar me encontré con aquella inusual chica arreglándose el cabello frente al espejo. Supongo que me le quedé mirando demasiado tiempo, porque ella volteó a verme directamente a los ojos y me sonrió, a lo que yo también respondí con una gran sonrisa. 
Cuando pensé que ella saldría para integrarse de nuevo a la fiesta, se acercó a mí, me dijo cuál era su nombre y preguntó por el mío. Yo le respondí la presentación, cordial, pero todavía sorprendida; creí por un momento que tal vez el único tequila que me tomé después de bailar me estaba haciendo imaginar todo aquello.

Sin embargo mi mente no estaba jugando conmigo. Allí estábamos, teniendo una conversación muy agradable, sin interrupciones. Pronto ella me invitó a bailar, yo no me negué porque estaba disfrutando bastante de su compañía y me sentía con suerte aquella noche como para no hacer el ridículo.

Bailamos y bailamos; ella tenía algunos pasos que se me hicieron muy sensuales y no resistí el hacerle un cumplido por ello. Cuando se lo dije me agradeció y bajó la mirada un poco avergonzada; me preguntó que se sentía un poco acalorada y que preferiría que saliéramos a platicar a un lugar más fresco.

Así salimos de la fiesta; entonces me invitó a su departamento a continuar la fiesta en privado. Supongo que estuve diciéndole que "si" a todo lo que me proponía, la chica me interesaba y en ese momento lo que menos me preocupaban eran mis amigos porque yo sé que siempre regresan con bien aunque yo no vaya con ellos. 

Al entrar quedé maravillada con la decoración de la vivienda, muy acogedora y que en su mayor parte tenía los colores que más me gustan. En el fondo había un pequeño bar de madera, unos sillones de piel y al lado un estéreo en el que ella puso una música suave, como no queriendo despertar a sus vecinos.
Proseguimos con nuestra plática, que incluía anécdotas de la infancia y algunas locuras adolescentes. No tengo ni la más remota idea de por qué había tanta confianza entre nosotras, era como si ya estuviéramos hechas para encontrarnos.

No tomamos ni una copa, así que no estuvimos bajo los efectos del alcohol cuando decidimos que esa noche dormiríamos juntas. Me alegro que así hubiera sido, sino no podría recordar todas aquellas magníficas sensaciones que pasaron por mi cuerpo aquella vez, empezando por el simple hecho de que me sentí poderosa al llevar a una chica, tan bella por dentro y por fuera, a un delicioso final.


viernes, 18 de octubre de 2013

Sueño de una pervertida 01

Anoche estaba soñando con "él". Yo no lo conozco en la vida real, pero sé que en mi sueño éramos muy cercanos.
Él bajó del auto, me abrió la puerta para que yo también pudiera salir. Era una noche calurosa, así que el vestido negro escotado había sido una buena elección para salir a cenar con aquél hombre, que yo sé que era bien parecido pero ahora ya no recuerdo su rostro.
Después de una gran cena, llena de risas, pláticas profundas y discusiones sobre temáticas de literatura, nos dispusimos a vagar un rato por lo que parecía un pequeño sendero boscoso.
Todo me pasó tan veloz. De un momento a otro el tipo me tomaba por la cintura para luego besarme en la clásica y cursi posición del beso de película. Iba acariciando mi cabello, como arrullándome, besando con mucha delicadeza mis hombros, como si se fueran a romper. Tenía un aroma delicioso pero muy sutil. Era atrayente la situación, así que me dejé llevar.

Pronto me sentiría como la típica chica tímida en su primera vez. Me temblaba el cuerpo de miedo, aunque sintiera las ganas de ser suya, más no pude negarme.
Y como en todo sueño, de repente la escena se había trasladado a otro lado abruptamente. Ahora estaba encima suyo, acariciando su torso desnudo de una manera muy tierna, como si tuviéramos un vínculo muy estrecho de confianza.
De nuevo todo muy rápido. Ya estábamos uniendo nuestros cuerpos, tan cursi como todo lo anterior. Él sólo se preocupaba porque yo disfrutara, yo sabía que era recíproco aquel intercambio de sensaciones que nunca han pasado.

Por un momento sentí todo aquello tan real que podía sentir su calor corporal, el latido de su corazón cada vez que me acercaba a su pecho, el roce de sus delicados dedos contra cada rincón sensible de mi cuerpo, todo era tan tangible que era todavía más excitante.

Lo que aconteció posteriormente fue lo que hizo que este sueño me quedara tan marcado: él me tomaba de la cadera, fuertemente arremetió contra mí y supe que lo que hizo después de eso fue lo más exquisito y formidable que he experimentado en la vida... Tanto que mi orgasmo de "ensueño" pasó a ser realidad en el momento en que terminamos corriéndonos al unísono y yo iba despertando a la mañana siguiente, curiosamente en el mismo instante de ese placentero clímax...
Sinceramente, ha sido la mejor manera de despertar y aunque todo fue mero sueño, ha sido de los mejores que he tenido.

martes, 15 de octubre de 2013

Mi amiga Marina 2. Película de terror.

Desde aquella ocasión de nuestro encuentro inesperado, Marina y yo no hemos modificado nuestras formas de comportamiento en cuanto a nuestra amistad. Sinceramente me siento muy aliviada porque es de verdad mi mejor amiga, con ella congenio en muchas locuras que con otras personas me es incómodo hasta platicarlas.

Ayer por la tarde me invitó a su casa a comer. Yo le acepté la invitación y me arreglé para llegar a tiempo.
Toqué su timbre. Marina abrió la puerta y  me percaté de que estaba especialmente sonriente, como si estuviera disfrutando tanto como yo aquella ocasión.

Después de comer, decidimos ponernos a ver películas de terror, que son las que más nos gustan. Sinceramente nos reímos mucho porque se nos hace muy patética la forma en que espantan a las personas en los filmes más contemporáneos. El terror se ha deformado demasiado.

La película que estaba ya la habíamos visto en otra ocasión, sin embargo, como es sangrienta, teníamos ganas de volver a verla. Hay una escena que es mi favorita: la asesina ha seducido a un hombre muy apuesto y lo tiene en la cama, ella se ve muy sexy con un traje negro pegadito y con encajes. Él está atado de brazos y piernas, tiene los ojos vendados, así que no se da cuenta que la chica está preparando su filoso cuchillo para asesinarlo lentamente.
Comienza a hacerle pequeños cortes que hacen que el tipo le reclame, hecho que ella ignora completamente. La cosa no para allí, ella sigue cortando su piel, superficial y suavemente; se acerca a beber la sangre que comienza a salir de las heridas. El hombre ha pasado a implorarle que no lo haga,  pero ella prosigue, se nota que lo disfruta y... ¡Zaz! Salvajemente comienza a destazarlo, los gritos se convierten en alaridos, él se desgañita suplicando piedad y ella cada vez está más cerca del orgasmo, extasiada por el líquido rojo que brota  del cuerpo de su víctima, sorbe con gusto cada gota mientras sus ojos se desorbitan por el mero placer...

¡Ah! Creo que ya me emocioné demasiado, pero no puedo evitar recordar que justo en aquella escena, entre los terribles gritos del hombre me invadió la ansiedad del momento y no pude evitar abalanzarme sobre Marina y plantarle un beso, que ella correspondió igual o más salvaje que la escena que estábamos presenciando; seguían de fondo los alaridos, pero eso no hacía más que invitarnos a continuar el encuentro que habíamos iniciado. 
Nos olvidamos de parar la película, creo que terminó, no lo sé, estábamos todavía ocupadas.




martes, 8 de octubre de 2013

Amantes


A pesar de que no somos los mejores amigos, puedo afirmar que somos buenos amantes. Yo sé que tiene pareja, pero la química que descubrimos que tenemos desde aquella noche de copas, nos ha limpiado la conciencia de toda culpa.
Simplemente estamos juntos porque nos entendemos, no ha nacido en todo este tiempo ninguna otra razón.
Me fascina esa pasión que desborda, la manera en que se acerca a mí, cómo me seduce lento, pero salvaje, complaciente. Bien ha aprendido a hacerlo como me gusta.
Yo le hago también lo que sé que le gustará. Me da placer ver su cara de satisfacción cada vez que hago que llegue al máximo de sus emociones y sensaciones.

Al salir de aquél cuarto, nos despedimos como siempre; un beso en la mejilla, un abrazo y un hasta luego. Entonces me voy a casa a descansar, por fin, de un alborotado y fatigante día.

Pasión ¿por la danza?


Era una tarde fría y que anunciaba lluvia. Yo iba saliendo del ensayo de danza junto con mi compañero Álvaro. 
Él acaba de terminar la carrera, es seis años mayor que yo y, aunque ambos somos Aries, tenemos ciertos choques a veces. Nos gusta ser sarcásticos, pero lo que me molesta de él es su manera de decir lo que opina, como un sabelotodo.
En fin, salimos del ensayos, fuimos por un café y una dona para calmar el hambre y el frío, así mataríamos dos pájaros de un tiro. Yo sinceramente iba muy ensimismada en mis pensamientos y para mi suerte, accidentalmente choqué con él, tirándole todo mi café encima. 
Me disculpé y le dije que lo acompañaba hacia los camerinos para que se secara su camisa. Aceptó y para allá fuimos.


Seguíamos platicando, dijo que no fuera tan distraída, que me comportara con la precisión de una bailarina. Yo puse mala cara, porque sabía que sus comentarios eran más de burla que de consejo. Decidí ignorarlo, pero de repente comenzó a comportarse muy raro, bueno, más que otras veces.
Me comenzó a preguntar acerca de mi vida amorosa, algo que me dejó confundida. Yo contesté con la suficiente información sus cuestiones, no más ni menos.
De pronto, empezó su papel de macho tratándose de ganar a la hembra. Pero es tan poco sutil que terminó diciendo de una manera muy directa y brusca que quería tener sexo conmigo.
Reí por un momento, pero luego me puse seria al percatarme que eso iba muy enserio. ¿Álvaro fijándose en una torpe, infantil y poco femenina como yo? "Jajaja... No. Espera, es cierto." 
Y me vi sucumbir ante su patético ritual, o ya no sé quién fue más patético. Es igual, sólo el camerino del fondo fue el testigo de aquella tarde lluviosa y apasionada con quien menos me imaginé estar.

sábado, 5 de octubre de 2013

El vecino.


Yo estaba, como cada noche, ocupada con mis tareas de la universidad y tomando café para resistir el cansancio. Normalmente el sueño me vence alrededor de las 4:00 a.m., pero había sido una semana muy pesada, así que decidí darme un baño e irme temprano a la cama. Encendí la lámpara de luz tenue que tenía en mi buró; comencé a quitarme la blusa y los pantalones, pensando en lo relajante que es para mí un baño antes de dormir. Me dirigí en ropa interior a la regadera, canturreando una canción de mi banda favorita y de un momento a otro me hallé imaginando a mi nuevo vecino entrando a mi casa listo para acompañarme en la ducha. 
Desde que se mudó a la casa de enfrente me ha llamado la atención, pero creo que soy demasiado tímida para acercarme a hablarle. 
Seguía imaginando... ¡Ya basta!


Decidí concentrarme en lo mío, tratando de olvidar mis pensamientos pervertidos con aquél chico.
Y salí de mi baño nocturno con buen humor. Me quité de un golpe la bata de baño, seguí tarareando mi canción favorita y no fue si no hasta ese momento que me di cuenta que mis cortinas estaban abiertas de par en par, mirando justo hacia la habitación del vecino, desde donde él me estaba como comiendo con su dulce mirada...
¡Aahh! No pude si no más que pegar un grito potente y tratar de esconderme entre algún punto oscuro de la habitación, tratando de hallar la bata.
Sé que la luz no me delataba, pero me había ruborizado al tope; tal vez atraje la situación por andar pensando en cosas que no debería.
Y con toda la sonrojez del mundo corrí como pude a cerrar las condenadas cortinas...
Al día siguiente traté de olvidar el incidente y de no toparme con el vecino. ¿Cuánto tiempo llevaría mirando? ¿Qué rayos le pasaba? ¿Lo había disfrutado?
En un descuido me topé de frente con él. Simplemente sonrió, se disculpó por lo sucedido y me invitó a cenar esa noche en recompensa a que, según su versión, me había visto accidentalmente desde su ventana...